Hoy existe toda una generación que cuando piensa en e-commerce, lo primero que recuerda es el camino que Amazon empezó a pavimentar en la década de los 90, especialmente el salto cuántico que la compañía dio en los primeros compases de los años 2000… no es para menos. El proyecto que inicialmente fue conocido como “Cadabra”, una pequeña tienda online de libros, acabaría convirtiéndose en un monstruo que ofrece una enorme cantidad de productos y servicios, con una gran influencia en múltiples regiones del mundo y capaz de generar miles de millones de dólares.
No obstante, el comercio electrónico no arrancó con Amazon ni su nacimiento debe ser asociado a la llegada de Internet. La génesis del comercio electrónico data de los primeros compases del Siglo XX en Estados Unidos, especialmente en las décadas de 1920 y 1930, gracias a la aparición de las ventas por catálogo, algo impensado hasta ese entonces… más tarde este proceso adquiriría muchísimo oxígeno y se renovaría. Ya en los años 50 las compras telefónicas eran increíblemente populares, y, luego, con las televentas, el proceso ganó mucha más relevancia. Internet, entonces, sería el último eslabón en una cadena muy mimada por la acción humana. Porque sí, la acción humana es el motor del progreso de nuestras civilizaciones, es un proceso dinámico y espontáneo, pues millones de individuos interactúan para realizar descubrimientos y solventar problemas.
A mayor libertad, la acción humana se da de forma más potente, el individuo es capaz de desarrollarse y alcanzar cosas impresionantes. Este proceso es tan poderoso que incluso consigue colarse por algunas grietas cuando a la libertad se le ponen límites. Es aquí donde entra el proceso de descentralización, un tratamiento complejo, sí, pero que implica grandes transformaciones internas y mejorar la prestación de servicios… la descentralización es vital para optimizar la planificación y afrontar nuevos desafíos, tiene que ver con finanzas y administración, y, por supuesto, en estos tiempos que corren, resulta indispensable para darle un gran impulso a la industria del comercio electrónico.
La descentralización como nuevo motor de la industria e-commerce
Venimos de hablar sobre la acción humana y aquello de lo que es capaz, especialmente cuando se desarrolla con total libertad, ya que el libre albedrío del individuo debe funcionar como nexo entre las finanzas, la industria del comercio electrónico y la descentralización. Primero es necesario hablar un poco sobre finanzas descentralizadas (DeFi), un campo que ha tenido un crecimiento sostenido en los últimos años.
En un contexto económico difícil (incluso en muchos países desarrollados), en especial en estos tiempos post pandemia, las criptomonedas avanzan a pasos agigantados. No han sido pocos los interesados en poner un freno a este crecimiento, pero, al final del día, sus intentos han sido como tratar de frenar la lluvia con las manos. Cada vez más inversores y personas comunes desean realizar transacciones en un marco de anonimato y descentralización… es aquí donde surgen los protocolos DeFi.
La idea es eliminar terceros de las transacciones financieras, aportar un esquema distinto al sistema bancario tradicional, en el que entidades repletas de intermediarios cobran comisiones por facilitar el movimiento de dinero entre las partes involucradas. Es sencillo de entender. Supongamos que compras una bicicleta con tu tarjeta de crédito. El comercio envía los datos de la tarjeta a un banco adquirente, el cual los despacha a la red de tarjetas de crédito, luego la red solicita la autorización del pago al banco emisor, y, finalmente, el banco emisor envía la aprobación a la red a través del banco adquirente. Todos cobran por sus servicios.
Citando a Francisco Landino, director Blockchain en Lemon Cash (plataforma muy utilizada en Argentina, un país con una inmensa comunidad cripto):
“Los protocolos DeFi constituyen un sistema descentralizado que permite a cualquier persona acceder a miles de aplicaciones financieras, independientemente de quien sea o donde se encuentre, sin depender de intermediarios y sin la necesidad de ceder el control de su dinero a un tercero”.
Esta es la llave del asunto: la posibilidad de que las operaciones financieras no sean ejecutadas por una persona o una empresa. Aquí entran a relucir los contratos inteligentes, que son programas almacenados en una Blockchain. Estos contratos garantizan autonomía y descentralización, dejando un registro que, si bien es verificable, no compromete la identidad de ninguna de las partes involucradas.
Pero, ¿De qué manera funcionan los contratos inteligentes? Repasémoslo un poco. Para ello es necesario matizar que fue la red de Ethereum la que emergió con este concepto: declaraciones que se ejecutan siguiendo la lógica de un código dentro de una Blockchain, con múltiples objetivos que pueden ir desde la emisión de boletos electrónicos o, en el caso que nos ocupa, liberar fondos para completar transacciones financieras, garantizando velocidad y precisión, ya que no es necesario el manejo de ningún tipo de papeleo, y, claro está, seguridad, pues los registros de operaciones Blockchain son muy difíciles de piratear. Lo cierto es que, según un informe publicado por la plataforma Alchemy, para enero de este año se sabía que, en 2022, unos 4.6 millones de contratos inteligentes se habían implementado en la red Ethereum, es decir, la evidencia refleja que este artilugio tecnológico está cada vez ofreciendo más beneficios a distintas industrias y las finanzas DeFi no son excepción; de hecho, las stablecoins entran en la categoría de DeFi… sí, esos activos que muchos utilizan, como USDT y USDC, para protegerse de la volatilidad del mercado cripto.
Llegados a este punto, ya es posible imaginar un panorama en el que usuarios comunes y emprendedores –pequeños y grandes- pueden no sólo disfrutar de las compras en línea, sino también dar forma a sus esquemas de negocios, aprovechando el potencial del anonimato, la descentralización y la seguridad. Y es que, para participar en la nueva economía digital, no es necesaria la presentación y validación de documentos, por lo que el nivel de inclusión es muy elevado. Cuando se trata de finanzas descentralizadas, cualquier persona con una conexión a internet es capaz de ver qué es lo que se está haciendo. He ahí la diferencia con agentes centralizados, los cuales son conocidos por fijar un gran abanico de condiciones de uso y cumplir con normas KYC (“Know Your Customer”), con las que se exige a los clientes identificación mediante certificados como pasaportes o documentos nacionales de identidad.
Amplia variedad de productos, la presencia de múltiples proveedores, una forma sencilla de supervisar las reseñas de todos los clientes… todo esto es posible en un e-commerce descentralizado; es más, la data de los usuarios contaría con una mayor protección que la ofrecida por servicios de comercio tradicionales y el sitio resistiría a los cierres y sanciones típicas de estos tiempos. No obstante, no hay que confundir: tampoco se busca transmitir la idea de que los principios para el comercio electrónico descentralizado no pueden establecerse siempre que exista un componente de interacción humana, pues en medio de todo este funcionamiento aparecen desafíos y situaciones que deben ser abordados a través de la comunicación directa con los clientes, como por ejemplo todo lo relacionado con los procesos de disputas. Hablo de situaciones como productos erróneos que son entregados y usuarios que desean hacer valer la garantía de un artículo determinado. Es un desafío especialmente en lo técnico y económico, pero es posible brindar una amplia gama de productos y funciones versátiles, respetando en una alta medida los criterios de descentralización y manteniendo un índice preciso y eficiente de atención dedicada al cliente.
Un futuro brillante
Es difícil poner en palabras lo mucho que el comercio electrónico ha crecido en los últimos años, tanto que ya lo hemos adoptado como un proceso cotidiano dentro de nuestras vidas… Blockchain y la industria cripto no se han quedado atrás. Allá donde penetran las cripto es porque hay una mayor demanda de libertad, poblaciones con un índice de confianza prácticamente negativo en las instituciones bancarias y en sus gobernantes (Latinoamérica es un buen ejemplo de ello), pues la gente busca resguardar el valor de su dinero y apostar por mecanismos que le provean de independencia financiera. Es aquí donde el proceso de descentralización gana enteros, ya que el apetito por el comercio electrónico no deja de ser voraz y la industria tradicional, pese a lo mucho que ha evolucionado, no está exenta de debilidades y tiene margen de mejora. Mientras tanto, las herramientas DeFi siguen desarrollándose.
Antecedentes históricos del e-commerce, acción humana, descentralización, protocolos DeFi y contratos inteligentes… ese es el camino que nos ha llevado hasta aquí. Sin embargo, sabemos que tú, lector, quieres alternativas. Por ello queremos hablarte de LOAD, el protocolo que ha dado pie a la creación de Hamza.biz un espacio en el que nos gusta pensar como el futuro del e-commerce, un sitio que dará vida a todos los principios expuestos en este artículo. Ya es momento de pasar a un nuevo nivel, de brindar a vendedores y compradores nuevos mecanismos de incentivos, mayor seguridad y privacidad, y, claro está, la posibilidad de hacer negocios con criptomonedas usando L2 Optimism (una Blockchain de capa 2 basada en Ethereum). Nuestra intención es que surjan nuevos mercados globales y locales, beneficiándose del protocolo de código abierto de LOAD. Los vendedores tendrán que realizar stake de tokens LOAD para participar dentro de la plataforma, mientras que los compradores podrán ganar recompensas en este token por hacer compras. Los propietarios podrán almacenar su LOAD en una billetera compatible con la Ethereum Virtual Machine (EVM), como MetaMask. Hamza.biz será un ecosistema gobernado por la comunidad, el espacio ideal para hacer negocios. Estaremos publicando novedades en los próximos días. Manténganse atentos.