Latinoamérica es una región que suele tener protagonismo en los diarios de prensa internacional, casi siempre por dos razones: los eventos que reflejan la enorme pasión por la cultura, y, por desgracia, el hecho de que una buena cantidad de sus políticos parecieran estar peleados con la ley de la gravedad. Para ser justos, esto es así en casi todos lados, pero es que en los países latinos el fenómeno llama particularmente la atención, pues territorios como Venezuela y Argentina están sumidos en crisis económicas desde que muchos ciudadanos tienen memoria, y a naciones como Colombia, Bolivia, Ecuador y Perú les cuesta crecer de forma sostenida en el tiempo. Al final, los únicos que pagan los platos rotos de las decisiones tomadas por los políticos son los ciudadanos de a pie; es decir, la gente que día a día se levanta para abrir su pequeño negocio o utilizar el transporte público en pro de acudir a su lugar de trabajo.
Es natural que, ante leyes que ponen freno al progreso y a las libertades, el ser humano busque desesperadamente algún tipo de refugio. Como dijo Juan Bautista Alberdi, padre de la constitución de Argentina: “Las sociedades que esperan la felicidad por parte de sus políticos están esperando algo que es contrario a la naturaleza humana”. Nadie discute el hecho de que el individuo tiene su lado social y comunitario, pero al final del día dará prioridad a sus propios intereses. Lo que escribió Alberdi es lo que ha ocurrido con Latinoamérica durante varias décadas, de una forma un poco más descarada que en el resto de occidente. Por fortuna, tal y como recalcamos en nuestra nota sobre la descentralización en la industria e-commerce, la acción humana es un proceso que se abre paso incluso cuando encuentra barreras y limitaciones. Aquí es donde las cripto entran en juego.
En los últimos años, la adopción de criptoactivos ha crecido muchísimo en los países de Latinoamérica. Si bien es cierto que todavía queda trabajo por hacer, pues mucha gente sigue pensando que cualquier alternativa al dinero fiat es una especie de promesa utópica condenada al fracaso, los progresos son evidentes: en septiembre de 2021, El Salvador se convirtió en la primera nación del planeta en adoptar Bitcoin como moneda de curso legal. Claro está que, a casi tres años de aquello, no puede decirse que la mayoría de la población pasó a utilizar criptos, pero sí que aparecieron iniciativas francamente encomiables, como por ejemplo los chicos de “Mi Primer Bitcoin”: un proyecto educativo que imparte diplomados sobre activos criptográficos, buscando empoderar a las personas y recordarles que ningún sistema decide por ellos. Los cambios requieren de mucho tiempo y esfuerzo, pero este equipo lo sabe y está dispuesto a dar la pelea.
Venezuela es un caso digno de traer a colación, aunque allí las cripto no son reconocidas como medio de pago legal por parte de las autoridades. En 2018, la nación caribeña tocó el punto más bajo en muchos años de graves problemas económicos, cuando llegó a tener una inflación superior al 80.000% interanual… Ergo, los salarios y pensiones en bolívares se derritieron como barra de hielo en medio del Sahara, y la pobreza aumentó a niveles dramáticos. Fue por esta razón que las criptomonedas emergieron con una fuerza incalculable en medio de la gente de a pie, pues muchos comenzaron a aprender sobre Bitcoin, stablecoins y minería, y ya en 2024 es muy común encontrar pequeños comercios que aceptan criptos como medio de pago, particularmente activos como USDT y USDC a través de Binance.
Pero quedémonos un rato más en suelo venezolano. Y es que, a diferencia de lo que ocurre con la pequeña y mediana empresa, sí resulta más complicado encontrar grandes compañías, como por ejemplo reconocidas cadenas de ropa o supermercados, que acepten criptoactivos. Por lo general, las empresas de mayor alcance y popularidad prefieren métodos como Zelle y Western Union; también suele ocurrir encontrar emprendimientos que, al escuchar nuestro deseo de pagar con criptos como Bitcoin o Litecoin, demandan, sin posibilidad de negociación, el pago vía Tether (USDT).
“Hoy en día, la adopción de criptomonedas en Venezuela continúa creciendo debido a la necesidad de almacenar valor y recibir remesas. Esto va sobre el futuro, sobre incorporar personas al mercado global sin tener que migrar. Podrías tener un trabajo y cobrar en cualquier país sin ninguna restricción”.
–Leopoldo López, opositor al gobierno de Venezuela.
En 2018, el gobierno de Venezuela lanzó el “Petro”, una moneda digital con la que intentaron oxigenar la malherida economía del país –al menos eso fue lo que dijeron-, pero lo cierto es que el proyecto estuvo cargado de polémica desde el inicio: muchos parámetros en torno a la iniciativa eran realmente difusos y la gran mayoría de la población no confiaba en nada que tuviera que ver con el gobierno. Al final, los ciudadanos optaron por las alternativas cripto que hoy en día continúan acaparando titulares en todo el mundo, y el “Petro” acabó naufragando.
Cruzando la frontera de Venezuela, Colombia destaca como una de las más grandes comunidades cripto entre los países hispanos. Según el exchange mexicano, Bitso, en 2023 aumentó un 60% la base de colombianos adeptos a los criptoactivos. Su informe arrojó resultados verdaderamente interesantes, como que Bitcoin es la cripto favorita de los colombianos y que un nada desdeñable 33% de la cartera Bitso en el país son mujeres. Asimismo, los datos también reflejan que Colombia es una de las naciones con mayor adopción de stablecoins.
Tal y como mencionamos al principio del artículo, Argentina es otro país que desde hace varias décadas ha atravesado por situaciones económicas adversas –concretamente, desde hace un siglo-. Su última crisis empezó a sentirse en 2018, con una escalada del dólar que, después de casi seis años, empezó a desacelerar el pasado mes de enero; es decir, los ciudadanos fueron testigos de cómo su actual signo monetario, el peso argentino, perdió valor de una manera alarmante. Para que se entienda mejor, en 2015 era posible adquirir un dólar por 9,8 pesos a tasa oficial –debido a la existencia de un control de cambio, en Argentina existe un mercado paralelo-, mientras que hoy en día la equivalencia es de un dólar por 926 pesos –en el mercado negro es posible vender un dólar a 1.065 pesos para el momento de escribir esta nota-. Al igual que en el caso de Venezuela, la clase media se vio muy golpeada y los criptoactivos comenzaron a ganar mucha popularidad.
Los paralelismos con el país caribeño no acaban ahí. Y es que en Argentina es complicado acceder a mercadería importada debido a una gran cantidad de restricciones gubernamentales. Por esta razón no es muy común visualizar muchos artículos traídos desde el exterior y menos con rapidez, pues los dueños de pequeños y medianos comercios suelen ser selectivos con aquello que elijen traer, en especial si se trata de productos como computadoras, celulares, dispositivos VR y consolas de videojuegos. Al igual que en el caso de Venezuela, son estos emprendedores los más propensos a aceptar criptoactivos como medio de pago.
No obstante, las cosas bien podrían cambiar para Argentina, ya que ahora mismo se está debatiendo en el senado la ley insignia del actual gobierno, conocida como la “Ley Bases”. Esta enmienda, que contempla un blanqueo de bienes entre los que figuran las criptomonedas, fue propuesta a principios de este año por el presidente Javier Milei, aunque el capítulo sobre criptoactivos tuvo que ser retirado debido a fricciones para conseguir el apoyo de otras fuerzas políticas –el presidente tiene minoría en ambas cámaras: diputados y senadores-. La realidad es que, luego de ceder varios puntos, el proyecto no consiguió ser aprobado. Sin embargo, Milei no se rinde y recientemente volvió a introducir el capítulo en un nuevo borrador de la ley, el cual recibió luz verde hace apenas unos días en la cámara de diputados. El blanqueo en cuestión permitiría el uso de criptos sin pagar impuestos, siempre y cuando el monto no exceda los 100 mil dólares.
Otros datos interesantes sobre la adopción cripto en América Latina:
- En el informe “Argentina: Capital Crypto: Estado de la Industria Crypto 2023”, elaborado por la empresa Lemon, se establece que hay más de 40 millones de personas en Latinoamérica que poseen criptomonedas.
- El pasado mes de marzo, la gente de MasterCard publicó un reporte en el que destacan aspectos muy interesantes, como que en Latinoamérica las remesas anuales han crecido un 10% más rápido que en el resto del mundo, y que de cara a 2024 esperan que las remesas digitales superen por primera vez al envío de dinero físico hacia la región.
- Según los datos de CoinATMRadar, El Salvador es el país de Latinoamérica con la mayor cantidad de cajeros Bitcoin: 215 en total; México posee 75 y Colombia cuenta con 48; Brasil y Argentina tienen 9.
- En el 4to Índice Global de Adopción Cripto de Chainalysis, publicado en septiembre de 2023, destaca la presencia de Brasil, Argentina y México. Clasificación del Índice General: 9, 15 y 16 respectivamente.
Latinoamérica enfrenta desafíos económicos y políticos que afectan a sus ciudadanos, quienes constantemente buscan alternativas para protegerse de la inflación y de gobiernos que consideran corruptos. Aunque persisten barreras y desconfianza, iniciativas educativas como las que se están dando en El Salvador –recomendamos dar un vistazo a los contenidos impartidos por la gente de “Mi Primer Bitcoin”-, que incluso colaboran activamente con el Ministerio de Educación del país, y cambios legislativos como el reciente debate en Argentina sobre el blanqueo de criptomonedas, señalan un camino hacia una mayor consolidación de las criptos en la región, lo cual permitirá a más personas la posibilidad de ahorrar y planificar a largo plazo.
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