En la época actual, imaginar un día a día sin las redes sociales sería una locura, pues somos cada vez más dependientes de las mismas, lo que, como todo en la vida, tiene aspectos tanto positivos como negativos. Estas plataformas reducen la distancia a algo puramente psicológico, ya que nos permiten conectar con amigos y familiares de todas partes del mundo. No obstante, las consecuencias en torno a la privacidad y al aislamiento social son factores que están ahí, eso es innegable, tanto como que el mercado actual está regido por alternativas centralizadas, entre las que destacan Facebook, Instagram, WhatsApp, YouTube y X.
Cuando los usuarios piensan en social media, inmediatamente se centran en los ejemplos que acabamos de nombrar… No es para menos, ya que estos han dado forma al status quo en lo que se refiere a proveer una fuente inagotable de información, y una plataforma de despegue para los emprendimientos y causas sociales. Sin embargo, ¿Y si les dijera que existen alternativas que, aunque no son muy conocidas, garantizan mayor transparencia, autonomía y empoderamiento? Tal y como recalcamos en nuestro post sobre el gaming impulsado por Blockchain, nunca está de más explorar nuevos horizontes.
Así pues, el tema que hoy nos ocupa es uno muy especial para mí, ya que fue de las primeras áreas en las que debí sumergirme cuando, hace ya varios años, comencé a realizar investigaciones sobre Blockchain… Hoy toca hablar sobre redes sociales Web3 y cómo múltiples usuarios están siendo recompensados por participar en las economías digitales de las mismas. En las redes sociales tradicionales, una empresa controla y administra todo lo que se hace en la plataforma, lo que puede llevar a problemas como la censura y la desigualdad en la distribución de valor. Aquí es donde la descentralización juega un papel clave para que no exista tal cosa como una sola entidad tomando decisiones unilaterales.
La transparencia es esencial para construir confianza en las redes sociales. Cada acción realizada en una plataforma social Web3 se registra en un bloque de la Blockchain, formando un registro inmutable que cualquier persona puede visualizar. Los usuarios pueden confirmar si la información en la red es auténtica y completa –rastrear el origen y la historia de una pieza de contenido, verificar quien lo publicó y cuándo, así como cualquier modificación a lo largo del tiempo-, lo que contribuye a contrarrestar la desinformación y los intentos de manipulación en el espacio. A continuación, algunos ejemplos.
Redes sociales descentralizadas:
Steemit: lanzado en 2016 por el desarrollador Dan Larimer y el empresario estadounidense Ned Scott, es una plataforma de redes sociales que utiliza Blockchain para incentivar la creación de contenidos y la participación recurrente. En Steemit, los usuarios reciben sus recompensas en forma de criptomonedas llamadas Steem y Steem Power: la primera es una cripto flotante y la segunda una stablecoin ligada al dólar. La Blockchain de Steem trabaja con el algoritmo de consenso Proof of Stake (PoS).
Steem (STEEM) es la cripto nativa de la plataforma y con la que se premia a las personas por el diseño de buen contenido, mientras que Steem Power (SP) representa la influencia que el usuario tiene dentro del ecosistema, pues la gente puede hacer staking de Steem en forma de SP y ganar un mayor poder de decisión en la plataforma –sus votos tienen más peso-; eso sí, hay que dejar claro que el SP no puede ser reconvertido a Steem por un período de aproximadamente 13 semanas.
Minds: creada por John Ottman, Mark Harding y Bill Ottman, fue lanzada en 2015 como una alternativa a las redes sociales convencionales. En este espacio, la gente puede ganar Minds tokens por publicar contenido y a través de propinas gracias a otras personas; además, Minds funciona con software de código abierto, con el que básicamente le dan la posibilidad a cualquier usuario de adaptar y crear su propia red social. Al igual que en Facebook, aquí podemos charlar con amigos, crear grupos y publicar fotos y videos.
“Siempre he considerado como necesario e inevitable que surja una red social de código abierto y libre que compita con los gigantes tecnológicos. Las principales plataformas de comunicación globales deben respetar la libertad de la comunidad; de lo contrario, terminamos donde estamos ahora: con vigilancia, manipulación algorítmica y explotación. Sabíamos que no podríamos ser una red sostenible sin construir un motor social independiente desde cero, totalmente independiente de las API de las grandes tecnológicas”.
-Bill Ottman, CEO de Minds.
Hive: nació como una bifurcación de la Blockchain de Steem en Marzo de 2020, y rápidamente se convirtió en un espacio descentralizado que se apoya en el algoritmo Delegated Proof of Stake (DPoS). Hive llegó gracias a un grupo de usuarios que no estaban nada complacidos con el rumbo de Steem, producto de intensos debates sobre la dirección y la gobernanza de la plataforma. En esta red social la gente puede publicar contenido, interactuar con otros y ganar recompensas en forma del token nativo Hive.
En la web de Hive se presume de un proyecto Rápido –con transacciones confirmadas en milisegundos-, Escalable –optimizando para ser sostenible en el tiempo- y Poderoso –algunas herramientas, como PeakD y 3Speak, han sido construidas sobre la plataforma Hive-, uno que cuenta con su propia stablecoin nativa, conocida como HBD (Hive Dollar).
“Hive es una de las Blockchains más descentralizadas. No existe una única entidad u organización que controle la red. Todo está dirigido por miembros de la comunidad… Nosotros los usuarios nos unimos para crear algo que las entidades centralizadas no puedan superar”.
Las redes sociales Web3 buscan brindar una mayor seguridad y confiabilidad, permitiendo que la comunidad tenga un rol aún más activo en la toma de decisiones y gobernanza. Estos espacios constituyen una gran oportunidad para reconsiderar la forma en que nos conectamos hoy en día, y así, finalmente, comprender el valor de la descentralización. Alternativas como Steemit, Mins y Hive no solo recompensan económicamente a los usuarios por su participación, sino que también fomentan la diversidad de ideas y reducen la censura… La libertad de expresión nunca se negocia.
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