Hace unos días veía una entrevista en la que un chico relataba todas las penurias que tuvo que pasar para abandonar Cuba e instalarse en España. Como persona que también tuvo que emigrar –en comparación, yo fui un príncipe, ya que pude hacerlo en un vuelo comercial-, debo decir que quedé muy conmovido. Muchísima gente no tiene ni idea de lo que significa abandonar tu país, dejar atrás tus costumbres, amigos, familiares, las calles en que pasaste tu infancia… La situación es aún más problemática si el país es de los que está sometidos a estrictos controles financieros, pues eso no sólo se traduce en que te hicieron la vida imposible, sino en que ahora, tan pronto como hayas conseguido un trabajo en suelo extranjero, tendrás que ingeniártelas para enviar dinero a tus familiares sin lograr que estos sean interrogados como si fueran fugitivos.
Por esto y mucho más debo dar gracias a dios por la existencia de las cripto… Porque te simplifican la vida, te brindan opciones y libertad donde hay toneladas de burocracia y restricciones sumamente injustas. En países donde los gobiernos ponen miles de trabas a la libertad económica, Bitcoin, Ethereum y compañía son la luz al final del túnel, dado que le permiten a la población realizar transacciones sin la intervención de instituciones gubernamentales nefastas. Y ojo, que las restricciones al libre comercio son solo parte del problema, ya que, por lo general, los países reprimidos suelen tener índices de inflación muy altos, y créeme cuando te digo que no existe impuesto más injusto y devastador que el de la inflación.
Lo saben los que lo han padecido: lo único que consigue la inflación es que todo se caiga a pedazos… Los precios se vuelven inaccesibles, se deprecia el valor de la moneda local frente al dólar estadounidense –no es que en estos países el dólar “suba”, es que la moneda nacional cada vez vale menos- y los salarios, ahorros y jubilaciones se pulverizan, se convierten en la nada misma. Si no hay forma de acceder a una moneda sólida legalmente, las personas recurren a los mercados negros, pero el detalle está en que moverse por estas vías puede ser algo complicado. Por otro lado, las criptomonedas, con todo y volatilidad, cada vez están ganando más adopción y ofrecen iniciativas mucho más fuertes para que las personas puedan proteger su patrimonio.
“La inflación es el impuesto más cruel y regresivo que se puede infligir sobre la gente… es el resultado de demasiado dinero persiguiendo muy pocos bienes. No afecta a todos por igual, afecta más a aquellos que están menos protegidos”.
-Milton Friedman.
Contra la censura
Los criptoactivos facilitan donaciones transfronterizas y anónimas para organizaciones que luchan por los derechos humanos, el tema que hoy nos reúne. Y es que, ante brutales ataques hacia la libertad de expresión, hacia la libertad económica, es totalmente natural que la gente se organice y busque cómo financiar sus causas –en muchos países reprimidos, incluso las ONGs son objeto de persecución por parte de los gobiernos-. Además de transferir fondos, los proyectos basados en Blockchain también se utilizan para difundir información sin censura, pues los activistas pueden valerse de plataformas descentralizadas para publicar contenido, como informes de abusos de derechos humanos, sin temor a que estos sean eliminados por las autoridades.
Ya sea por motivos políticos, culturales o ideológicos, la interpretación de los derechos humanos, ante los ojos de un sector, sigue siendo objeto de debate en pleno 2024. En una época en que parece que el sentido común esta en peligro de extinción, la gente que no se deja influenciar lo tiene claro: los derechos humanos son los principios que garantizan que todas las personas sean tratadas con respeto, que todo ser humano tenga derecho a la vida, a la libertad de expresión y, muy importante, que todos tengamos igualdad ante la ley. La protección de estos principios es vital para construir sociedades pacíficas y sostenibles, donde las personas puedan desarrollar su potencial y vivir con dignidad, donde cada uno decida si quiere crecer en su país –y tenga las oportunidades para hacerlo- o enriquecerse como persona en tierras extranjeras.
“El derecho a la búsqueda de la felicidad es más que un derecho constitucional; es la esencia misma del espíritu humano. Es la búsqueda constante de significado y propósito lo que nos impulsa hacia adelante, lo que nos hace humanos”.
-Eric Hoffer.
Así que, si alguien te dice que encuentra exagerado leer o escuchar que las criptomonedas pueden salvar vidas, ese alguien tiene pocos conocimientos sobre lo que habla. Algunos casos concretos en los que las cripto fueron utilizadas para defender los derechos humanos, se dieron en Venezuela, en plena crisis hiperinflacionaria; en Irán, un país sujeto a incontables restricciones financieras impuestas por el gobierno –y sanciones internacionales-; en Hong Kong, durante las protestas prodemocracia de 2019; en Zimbabue, una república marcada por periodos de hiperinflación y devaluación monetaria; y en Ucrania, donde han buscado financiación en el contexto de la guerra contra Rusia.
En un mundo en el que muchas sociedades enfrentan desafíos económicos, políticos y sociales, las criptomonedas han llegado como una herramienta vital para proteger los derechos individuales y promover la libertad financiera. Los proyectos basados en Blockchain constituyen una alternativa que planta cara a la represión gubernamental, la censura y la inflación descontrolada. Los políticos tienen la mala costumbre de hacer desastres y luego pasar la cuenta a la gente, incluso a generaciones que todavía no han nacido. Queda de nuestra parte asumir que no estamos condenados a sufrir los embates de ningún sistema, mucho menos uno de carácter autoritario, y educarnos lo suficiente en las nuevas tecnologías financieras… De esta forma tendremos más posibilidades de crear oportunidades en donde casi no las hay.
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