Worldcoin crece en México mientras enfrenta sanciones en Argentina y cuestionamientos globales

En plena expansión en México, Worldcoin sigue enfrentando desafíos regulatorios en varias regiones de Latinoamérica. Expertos en seguridad continúan emitiendo advertencias, instando a los ciudadanos a ser cautelosos. Esta iniciativa, cofundada por Sam Altman, CEO de OpenAI, junto con Alex Blania y Max Novendstern, busca distribuir criptomonedas de manera equitativa a nivel global. Para ello, ofrece a las personas la posibilidad de autenticarse mediante escaneos de iris a través de un dispositivo llamado “Orb”.

En Abril de este año, Worldcoin anunció que sus operaciones en territorio azteca continuarían creciendo, gracias a la apertura de nuevas ubicaciones para los Orbs en Monterrey, Ciudad de México y Guadalajara. Seis meses después, la prensa mexicana informa que los servicios de verificación de World ID han llegado a Puebla, una ciudad conocida por ser un importante centro industrial y cultural en México; además, la ciudad está cerca del famoso volcán Popocatépetl.

De esta forma, Worldcoin ahora cuenta con cuatro centros en Puebla, además de servicios de verificación que buscan garantizar que sólo “seres humanos únicos” reciban identificaciones mundiales. Pese a ello, expertos en seguridad e informática continúan pidiendo a la población que tenga cautela, pues países como España, Kenia y Portugal ya han frenado las operaciones del servicio en sus respectivos territorios.

En Latinoamérica, la situación de Worldcoin es un tanto convulsa. En Julio de este año, trascendió que el Ministerio de Producción, Ciencia e Innovación Tecnológica de la provincia de Buenos Aires (Argentina) sancionó a Worldcoin Foundation con una multa de $194 millones de pesos por lo que, según el criterio del organismo, eran cláusulas abusivas en los contratos de recolección de datos biométricos. Durante las inspecciones, el gobierno de la provincia alegó haber descubierto inconsistencias entre lo encontrado y lo que la empresa reportaba.

Por otro lado, es importante mencionar que, el pasado mes de abril, la diputada María Eugenia Hernández solicitó al Instituto Nacional de Transparencia (INAI) de México una revisión del impacto que tiene el uso de la tecnología biométrica de Worldcoin. En una conferencia de prensa, acompañada por expertos en privacidad de distintas naciones, la diputada enfatizó que lo único que persigue es garantizar la protección de los datos personales de los mexicanos.

También conviene hacer mención a lo publicado por la revista UNAM Global: Carlos Tlahuel, responsable de la seguridad de la información en la DGTIC (Dirección General de Cómputo y de Tecnologías de Información y Comunicación) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), expresó lo siguiente:

“Todas las instituciones tienen que hacer una declaración que explique para qué se recaban datos personales y cuál será su uso. Los datos biométricos, obviamente, necesitan un tratamiento especial, y la compañía no ha informado para qué los requiere. Esa falta de transparencia genera especulación y que algunos países no vean con buenos ojos el proyecto”.

“Los datos biométricos personales (en este caso, el iris) son muy sensibles, porque no los puedes cambiar y son un código de autenticación único. Si alguien llegara a robarlos, podría hacer mal uso de ellos, desde robar fondos de una cuenta bancaria hasta actos ilícitos como el lavado de dinero. La situación con Worldcoin es preocupante porque esos datos son muy valiosos y deben protegerse con mucho cuidado”.

Pero las polémicas no se quedan ahí, pues los medios de comunicación también han publicado que muchas de las personas que entregan sus datos biométricos lo hacen por estar en una situación económica muy precaria. Para muestra un botón, hace unos meses salió a la luz el testimonio de un ciudadano argentino golpeado por la grave crisis económica que el país atraviesa desde 2018.

“Lo hago porque no tengo un peso, no hay otra razón. No quería hacerlo, pero por mi edad nadie me da trabajo, y necesito el dinero”.

–Juan Sosa, profesor de artes marciales de 64 años.

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